Capítulo
2
Please, don´t go - Por favor, no
te vayas.
Los ojos
azules de Niall se desviaron a los míos y rápidamente escondió el móvil en su
bolsillo al ver que yo lo miraba con curiosidad. Puso las dos manos al volante
y continuó conduciendo.
-¿Ocurre
algo?-pregunté.
-Nada
importante- su voz me puso la piel de gallina. De repente, esa dulce y amable
voz se había convertido en una apagada y seca voz, que prácticamente, daba
miedo. Sentí la garganta quemarme por
haber hecho esa pregunta y continúe con la mirada perdida en el cristal
preguntándome que había pasado hasta que divisé la puerta de la casa de Alec,
ahora, mi casa. Me paró en la puerta y me ayudo a pasar las maletas a casa. Sin
decir nada y en un abrir y cerrar de ojos, se subió en el coche y desapareció
por el final de la calle. Este chico me estaba asustando.
Entré
directamente a la cocina dejando atrás el equipaje. Busqué pan y embutido y me
hice un bocadillo. Maura debía haber
llenado el frigorífico mientras estaba fuera. Y acababa de encontrar la prueba
de que había sido ella.
“Me tomé
la libertad de ir a comprar y llenarte la casa de comida, aparte de limpiarla
un poco. Recuerda, aún conservo la llave que me dio tu hermano. Espero que no
te importe, un beso, Maura.”
Sonreí
cuando leí la nota que había en el frigorífico, esta mujer era un cielo, y
había tenido mucha suerte de haberla encontrado. Terminé mi bocadillo y me
dirigí al salón donde vi que todo estaba limpio y reluciente, de verdad, esta
mujer… es la mejor.
Volví a
la entrada y subí maleta por maleta arriba. Limpie la habitación de Alec, y con
pena, la transformé en la mía. Después limpie el despacho y puse mi ordenador,
películas, discos y ese tipo de cosas sobre las estanterías y la mesa. ¿Cómo me
podía haber cabido todo esto en mi pequeña habitación si ahora ni encuentro
sitio para guardarlo en una enorme casa?
Guardé
las maletas en el altillo del armario y bajé al salón donde había más cosas.
Agarré una de las mochilas y saqué cuadros de ella. Busque por donde ponerlos
hasta vaciar la mochila, la que guardé en el cofre de la entrada. Cogí la
segunda y más pequeña mochila, una mochila que tenía preparada desde el día que
mamá se fue de casa, ya que sabía, que mi marcha iba a llegar pronto. Saqué una
cámara de fotos, algún recuerdo que tenía de pequeña, y justo, en el fondo de
la mochila, estaba la foto más bonita del mundo. Alec, mamá, y yo, semanas antes, de la muerte de mi
hermano. Alec aparecía abrazando a mamá
por la espalda, y yo estaba subida encima de Alec, mientras que mamá tenía una
sonrisa preciosa, al igual que la nuestra.
“” “” “”
-¡PATATA!-
Gritamos los tres a la vez mientras la cámara disparaba desde la ventana de la
cocina de casa.
Estábamos
en el jardín disfrutando de nuestra tarde y decidimos hacernos una foto. Me
subí a la espalda de Alec y el abrazó a mamá cuando ella llegó hacia nosotros
tras poner el temporizador a la cámara. Nuestras risas eran verdaderas, y
nuestras sonrisas las más bonitas del mundo. No sabéis lo que daría, por mil
tardes más como esta.
-¡Abajo
pequeñaja!- gritó Alec haciéndome cosquillas en los brazos. Riéndome a más no
poder me solté de él y me bajé.
-¡Eso es
tortura para bajarme! ¡Odio las cosquillas! ¡Y lo sabes!- grité haciéndome la
enfadada. Alec se reía.
-Venga
vale chicos, daos un abrazo, y venid a ver que foto tan bonita.- Los dos
sonreímos y nos abrazamos.
-¿Recuerdas
donde tiene mamá las cosquillas no?- me dijo al oído.
-Siempre
lo recordaré hermanito…- dije con ojos pícaros.
-Pues ya
sabes lo que hay que hacer- nos cogimos de la mano y nos abalanzamos a abrazar
a nuestra madre, la que cayó poco a poco al suelo, tras sentir miles de manos
haciéndole cosquillas en la espalda. Se podría decir que nuestras risas se oían
por todos lados.
“” “” “”
Lagrimas
descontroladas comenzaron a salir de mis ojos haciendo que todo mi maquillaje
se desvaneciera. El dolor en mi corazón aumentaba por segundos y apenas podía
mantenerme en pie. Di dos pasos para atrás y me apoyé en la pared. Abracé la
foto contra mi pecho todo lo fuerte y me dejé caer al suelo.
-No es
justo, mi vida no es justa, odio a mi padre, y le detesto con toda mi alma, el
destruyó esta familia… él la destruyó… le odio… le odio…- susurré.
Tiré de
mis pelos y arañé mi cuero cabelludo intentando calmar mi ira pero ahora mismo
lo único que quería era matarle. Quería matar a esa jodida persona que tenía
como padre. Escuché una puerta abrirse, junto a una voz gritando mi nombre.
-¡Diana!
¿Se puede? ¿Estás aquí?
Giré mi
cabeza hacia la puerta para ver un par de nikes combinadas con un vaquero. Ni
siquiera me molesté en mirarle la cara. Devolví mi mirada a la foto y la abracé
aún más fuerte haciendo que un gemido y mil lágrimas más salieran de mis ojos. Vi como rápidamente se acercaba a mí y se
arrodillaba a mi lado, reconocí su olor, era Niall.
-Diana…-
acercó una mano a mi brazo.
-No me
toques- dije apretando los dientes. Estaba furiosa.
-Tranquila
¿vale? Soy yo.
-Sí, ¿y
mi padre?, como sabes que mi padre no va a pasar por esa maldita puerta y me va
a pegar ¿Cómo lo sabes? Lo ha hecho mil veces.
-Diana,
tranquila, soy Niall, déjame ayudarte.
-Vete,
ahora solo quiero morirme, solo quiero que este maldito dolor salga de mí- Dije
firmemente ahora mirándole a los ojos.
-No, me
voy a quedar contigo- contestó él, otra vez con esa seca voz. Miré a cualquier
lado menos a él.
-Él te
va a matar como vea que estoy contigo, y lo sabes…
-No, él
no me va a hacer nada.
-Me lo
hará a mí, siempre nos lo ha hecho a nosotras, siempre nos pegaba a mamá y a mí
por culpa de sus malditas borracheras- le miré, aunque mi vista era borrosa
debido a las lágrimas.- Vete, no quiero que te haga daño a ti también…
-No me
va a hacer daño, no nos va a hacer daño, al menos, mientras me tengas cerca. Se
sentó a mi lado y me abrazó- No te voy a dejar sola ¿entendido? Te he visto
crecer desde pequeña a mi lado, y no voy a dejar que ahora te rompas en mil
pedazos por culpa de un desgraciado. Te voy a proteger siempre, y espero que lo
sepas, te lo prometo.- escuché sus palabras, y aunque sabía que lo decía para
tranquilizarme, dejé que mi cabeza cayera a su pecho y lloré desconsoladamente,
al igual que una niña pequeña.
Tras
intentar consolarla, la chica se abalanzó a mi pecho y se abrazó a mí con toda
su fuerza. Vi como la foto que había en sus manos caía lentamente por sus
rodillas y me fije que eran su madre, Alec, y ella. Ahora comprendía que había
pasado para que Diana se pusiera así.
Recuerdos.
Llevé mi mano derecha a su
espalda abrazándola y mi mano izquierda a su cabeza, acariciando su bonito pelo
rubio, intentando tranquilizarla.
Después
de 10 minutos, la chica estaba tranquila, los dos continuábamos en el suelo,
abrazados, y ninguno de los dos se atrevía a decir nada.
-Gracias-
susurró ella al cabo de un tiempo con un fino hilo de voz.
-Tranquila,
no las des, hice lo que debía hacer.
-Sí, y
yo fui una jodida borde, perdona- esta vez me miró a los ojos. Negué con la
cabeza, pero en mi cara había una sonrisa.
-Olvidémoslo,
¿quieres un té o algo?- dije cariñosamente.
-Un té
está bien- sonrió.
Me
levante cogiéndola en brazos y me acerqué a la cocina, donde la senté en la
encimera de la isla. Busqué en un armario y preparé dos tés. Me senté a su
lado, y vi cómo se frotaba sus ahora, ojos rojos.
-¿Te
encuentras bien?- pregunté
-Tengo
sueño- contestó cogiendo su té en las manos y dándole un sorbo.
-Mañana
será otro día- le sonreí.
Nos
tomamos los tés y le acompañé al salón. Se sentó en el sofá y se puso una manta
por encima.
-Bueno
Diana, es tarde, será mejor que me vaya…- dije dándome la vuelta.
-¡No!-
me agarró el brazo, me giré para mirarla- Por favor, no te vayas, no quiero
quedarme sola…- le eché una pequeña sonrisa, y me senté a su lado.
-Gracias-
me dijo. Encendí la tele y puse una película, al cabo de 1 hora aproximadamente,
note como la cabeza de Diana caía a mi hombro, la chica estaba dormida.
Apagué
la tele, la cogí en brazos y la lleve a su habitación. La puse sobre la cama,
quitando antes las sabanas para después arroparla y sus zapatos. La arropé y me
senté en el sillón de enfrente, desde donde contemple su cansado rostro, hasta
que me quedé dormido.
*A la
mañana siguiente*
-Niall…Niall…despierta…-alguien
movía mi hombro, peor lo único que hice fue darme la vuelta y taparme la cabeza
con una manta.-Niall… vamos…despierta…-“Esa voz… esa voz… tan dulce… ¿de quién
es? ¡Diana!” Me sobresalté cuando mi cabeza dijo su nombre, abrí los ojos y me
la encontré enfrente de mí.
-Por
favor…que hora es…- dije entre susurros.
-Las once
y media de la mañana- dijo con una sonrisa en la cara.
-Joder, si
nos dormimos a las 10… un poco tarde para despertarse ¿no? ¿Cómo hemos dormido
tanto?- pregunté levantándome del sillón donde había dormido.
-La
verdad, no lo sé- rio, a lo que yo reí con ella.
-Vayamos
a desayunar a mi casa ¿vale?- dije doblando la manta.
-Está
bien, dame 10 minutos, he de cambiarme- dijo con una sonrisa en la cara. Salí
de su cuarto y bajé las escaleras, donde me senté en el último escalón.
Tras un
breve tiempo esperando, el timbre me hizo levantarme de un salto.
-¡Abre
tu porfa, que ahora mismo bajo!
-¡Esta
bien, ya voy, date prisa!- Me acerqué a la puerta y la abrí.- Mierda.
Hola me encanta cuando la sigues
ResponderEliminarSubiré un capitulo cada dos semanas (:
EliminarOk gracias por hacerme saber
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, yo de nuevo :3 jejeje bueno ME ENCANTA la sigo leyendo :3
ResponderEliminar