martes, 14 de enero de 2014

Through the love - Capitulo 2

Capítulo 2

Please, don´t go - Por favor, no te vayas.

Los ojos azules de Niall se desviaron a los míos y rápidamente escondió el móvil en su bolsillo al ver que yo lo miraba con curiosidad. Puso las dos manos al volante y continuó conduciendo.

-¿Ocurre algo?-pregunté.

-Nada importante- su voz me puso la piel de gallina. De repente, esa dulce y amable voz se había convertido en una apagada y seca voz, que prácticamente, daba miedo.  Sentí la garganta quemarme por haber hecho esa pregunta y continúe con la mirada perdida en el cristal preguntándome que había pasado hasta que divisé la puerta de la casa de Alec, ahora, mi casa. Me paró en la puerta y me ayudo a pasar las maletas a casa. Sin decir nada y en un abrir y cerrar de ojos, se subió en el coche y desapareció por el final de la calle. Este chico me estaba asustando.

Entré directamente a la cocina dejando atrás el equipaje. Busqué pan y embutido y me hice un bocadillo.  Maura debía haber llenado el frigorífico mientras estaba fuera. Y acababa de encontrar la prueba de que había sido ella.

“Me tomé la libertad de ir a comprar y llenarte la casa de comida, aparte de limpiarla un poco. Recuerda, aún conservo la llave que me dio tu hermano. Espero que no te importe, un beso, Maura.”

Sonreí cuando leí la nota que había en el frigorífico, esta mujer era un cielo, y había tenido mucha suerte de haberla encontrado. Terminé mi bocadillo y me dirigí al salón donde vi que todo estaba limpio y reluciente, de verdad, esta mujer… es la mejor.

Volví a la entrada y subí maleta por maleta arriba. Limpie la habitación de Alec, y con pena, la transformé en la mía. Después limpie el despacho y puse mi ordenador, películas, discos y ese tipo de cosas sobre las estanterías y la mesa. ¿Cómo me podía haber cabido todo esto en mi pequeña habitación si ahora ni encuentro sitio para guardarlo en una enorme casa?

Guardé las maletas en el altillo del armario y bajé al salón donde había más cosas. Agarré una de las mochilas y saqué cuadros de ella. Busque por donde ponerlos hasta vaciar la mochila, la que guardé en el cofre de la entrada. Cogí la segunda y más pequeña mochila, una mochila que tenía preparada desde el día que mamá se fue de casa, ya que sabía, que mi marcha iba a llegar pronto. Saqué una cámara de fotos, algún recuerdo que tenía de pequeña, y justo, en el fondo de la mochila, estaba la foto más bonita del mundo. Alec, mamá,  y yo, semanas antes, de la muerte de mi hermano.  Alec aparecía abrazando a mamá por la espalda, y yo estaba subida encima de Alec, mientras que mamá tenía una sonrisa preciosa, al igual que la nuestra.

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-¡PATATA!- Gritamos los tres a la vez mientras la cámara disparaba desde la ventana de la cocina de casa.
Estábamos en el jardín disfrutando de nuestra tarde y decidimos hacernos una foto. Me subí a la espalda de Alec y el abrazó a mamá cuando ella llegó hacia nosotros tras poner el temporizador a la cámara. Nuestras risas eran verdaderas, y nuestras sonrisas las más bonitas del mundo. No sabéis lo que daría, por mil tardes más como esta.

-¡Abajo pequeñaja!- gritó Alec haciéndome cosquillas en los brazos. Riéndome a más no poder me solté de él y me bajé.

-¡Eso es tortura para bajarme! ¡Odio las cosquillas! ¡Y lo sabes!- grité haciéndome la enfadada.  Alec se reía.

-Venga vale chicos, daos un abrazo, y venid a ver que foto tan bonita.- Los dos sonreímos y nos abrazamos.

-¿Recuerdas donde tiene mamá las cosquillas no?- me dijo al oído.

-Siempre lo recordaré hermanito…- dije con ojos pícaros.

-Pues ya sabes lo que hay que hacer- nos cogimos de la mano y nos abalanzamos a abrazar a nuestra madre, la que cayó poco a poco al suelo, tras sentir miles de manos haciéndole cosquillas en la espalda. Se podría decir que nuestras risas se oían por todos lados.
                                                                                                                                                              
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Lagrimas descontroladas comenzaron a salir de mis ojos haciendo que todo mi maquillaje se desvaneciera. El dolor en mi corazón aumentaba por segundos y apenas podía mantenerme en pie. Di dos pasos para atrás y me apoyé en la pared. Abracé la foto contra mi pecho todo lo fuerte y me dejé caer al suelo.

-No es justo, mi vida no es justa, odio a mi padre, y le detesto con toda mi alma, el destruyó esta familia… él la destruyó… le odio… le odio…- susurré.

Tiré de mis pelos y arañé mi cuero cabelludo intentando calmar mi ira pero ahora mismo lo único que quería era matarle. Quería matar a esa jodida persona que tenía como padre. Escuché una puerta abrirse, junto a una voz gritando mi nombre.

-¡Diana! ¿Se puede? ¿Estás aquí?

Giré mi cabeza hacia la puerta para ver un par de nikes combinadas con un vaquero. Ni siquiera me molesté en mirarle la cara. Devolví mi mirada a la foto y la abracé aún más fuerte haciendo que un gemido y mil lágrimas más salieran de mis ojos.  Vi como rápidamente se acercaba a mí y se arrodillaba a mi lado, reconocí su olor, era Niall.

-Diana…- acercó una mano a mi brazo.

-No me toques- dije apretando los dientes. Estaba furiosa.

-Tranquila ¿vale? Soy yo.

-Sí, ¿y mi padre?, como sabes que mi padre no va a pasar por esa maldita puerta y me va a pegar ¿Cómo lo sabes? Lo ha hecho mil veces.

-Diana, tranquila, soy Niall, déjame ayudarte.

-Vete, ahora solo quiero morirme, solo quiero que este maldito dolor salga de mí- Dije firmemente ahora mirándole a los ojos.

-No, me voy a quedar contigo- contestó él, otra vez con esa seca voz. Miré a cualquier lado menos a él.
-Él te va a matar como vea que estoy contigo, y lo sabes…

-No, él no me va a hacer nada.

-Me lo hará a mí, siempre nos lo ha hecho a nosotras, siempre nos pegaba a mamá y a mí por culpa de sus malditas borracheras- le miré, aunque mi vista era borrosa debido a las lágrimas.- Vete, no quiero que te haga daño a ti también…

-No me va a hacer daño, no nos va a hacer daño, al menos, mientras me tengas cerca. Se sentó a mi lado y me abrazó- No te voy a dejar sola ¿entendido? Te he visto crecer desde pequeña a mi lado, y no voy a dejar que ahora te rompas en mil pedazos por culpa de un desgraciado. Te voy a proteger siempre, y espero que lo sepas, te lo prometo.- escuché sus palabras, y aunque sabía que lo decía para tranquilizarme, dejé que mi cabeza cayera a su pecho y lloré desconsoladamente, al igual que una niña pequeña.

-Narra Niall-

Tras intentar consolarla, la chica se abalanzó a mi pecho y se abrazó a mí con toda su fuerza. Vi como la foto que había en sus manos caía lentamente por sus rodillas y me fije que eran su madre, Alec, y ella. Ahora comprendía que había pasado para que Diana se pusiera así.

Recuerdos.

Llevé mi mano derecha a su espalda abrazándola y mi mano izquierda a su cabeza, acariciando su bonito pelo rubio, intentando tranquilizarla.

Después de 10 minutos, la chica estaba tranquila, los dos continuábamos en el suelo, abrazados, y ninguno de los dos se atrevía a decir nada.

-Gracias- susurró ella al cabo de un tiempo con un fino hilo de voz.

-Tranquila, no las des, hice lo que debía hacer.

-Sí, y yo fui una jodida borde, perdona- esta vez me miró a los ojos. Negué con la cabeza, pero en mi cara había una sonrisa.

-Olvidémoslo, ¿quieres un té o algo?- dije cariñosamente.

-Un té está bien- sonrió.

Me levante cogiéndola en brazos y me acerqué a la cocina, donde la senté en la encimera de la isla. Busqué en un armario y preparé dos tés. Me senté a su lado, y vi cómo se frotaba sus ahora, ojos rojos.

-¿Te encuentras bien?- pregunté

-Tengo sueño- contestó cogiendo su té en las manos y dándole un sorbo.

-Mañana será otro día- le sonreí.

Nos tomamos los tés y le acompañé al salón. Se sentó en el sofá y se puso una manta por encima.

-Bueno Diana, es tarde, será mejor que me vaya…- dije dándome la vuelta.

-¡No!- me agarró el brazo, me giré para mirarla- Por favor, no te vayas, no quiero quedarme sola…- le eché una pequeña sonrisa, y me senté a su lado.

-Gracias- me dijo. Encendí la tele y puse una película, al cabo de 1 hora aproximadamente, note como la cabeza de Diana caía a mi hombro, la chica estaba dormida.

Apagué la tele, la cogí en brazos y la lleve a su habitación. La puse sobre la cama, quitando antes las sabanas para después arroparla y sus zapatos. La arropé y me senté en el sillón de enfrente, desde donde contemple su cansado rostro, hasta que me quedé dormido.

*A la mañana siguiente*

-Niall…Niall…despierta…-alguien movía mi hombro, peor lo único que hice fue darme la vuelta y taparme la cabeza con una manta.-Niall… vamos…despierta…-“Esa voz… esa voz… tan dulce… ¿de quién es? ¡Diana!” Me sobresalté cuando mi cabeza dijo su nombre, abrí los ojos y me la encontré enfrente de mí.

-Por favor…que hora es…- dije entre susurros.

-Las once y media de la mañana- dijo con una sonrisa en la cara.

-Joder, si nos dormimos a las 10… un poco tarde para despertarse ¿no? ¿Cómo hemos dormido tanto?- pregunté levantándome del sillón donde había dormido.

-La verdad, no lo sé- rio, a lo que yo reí con ella.

-Vayamos a desayunar a mi casa ¿vale?- dije doblando la manta.

-Está bien, dame 10 minutos, he de cambiarme- dijo con una sonrisa en la cara. Salí de su cuarto y bajé las escaleras, donde me senté en el último escalón.

Tras un breve tiempo esperando, el timbre me hizo levantarme de un salto.

-¡Abre tu porfa, que ahora mismo bajo!

-¡Esta bien, ya voy, date prisa!- Me acerqué a la puerta y la abrí.- Mierda.


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